Postales Lejanas
Me despertó la luz del sol colándose por las finas cortinas de la mañana. Era extraño no despertarse en la suavidad de mis sábanas. Todavía en piyama bajé las escaleras a preparar el desayuno. Cuando mire la ventana me asombro no ver las típicas calles transitadas de gente malhumorada por el tránsito. Solo el campo desierto. Pasé la mitad del día viajando al pueblo más cercano. Había vuelto ya a las cuatro y cinco de la tarde. Cuando empecé a guardar todos los alimentos en la espaciosa cocina escuche el sonido de algo deslizándose debajo de la puerta de entrada. Fui caminando sorprendida, ya que estaba en un campo prácticamente desierto. Era un sobre que contenía una postal sin estampilla pero con mi nombre escrito: “Para Sandra Muller”. La postal tenía una imagen de una brújula de tinta. Lo único que decía era “El café de Flo”. “¡Que extraño! ”, pensé; “Ese fue el último lugar que visite con mi papá “. Al otro día decidí hacer una llamada a mi mamá. El día transcurrió muy